Cuenta la leyenda que un día Buda pidió a todos los animales de la creación que acudieran a él y les prometió una recompensa si lo hacían. No debió de hacerse ilusiones, porque sólo doce animales aceptaron la invitación.
Primero apareció la rata, luego el búfalo, el tigre, el gato, el dragón, la serpiente, el caballo, la cabra, el mono, el gallo, el perro y, por último, el viejo cerdo. Buda dio a cada animal un año y le puso su nombre. Así, a la rata le tocó el primer año, al búfalo el segundo, etc... y al cerdo finalmente el duodécimo. Todos estuvieron de acuerdo.
Desde entonces, cada año está marcado por las características de uno de los doce animales. No sólo las personas nacidas en ese año, sino todo el año con todos sus acontecimientos están bajo la influencia del animal regente.